[Por Carlos Alberto Merodio]
“EL TRABAJO DOMÉSTICO, un oficio sin LEY”…
En México, 3.4 millones de personas se dedican al TRABAJO DOMÉSTICO REMUNERADO, ya sea como personal para limpieza, mantenimiento o cuidado de niños, personas adultas o enfermas.
La condición de las empleadas domésticas en México es un reflejo de cómo funciona la estructura laboral de nuestro país, donde la constante es un raquítico nivel salarial, jornadas de trabajo no reguladas que exceden en la mayoría de los casos las ocho horas; y prestaciones no sufragadas por la ley Federal del Trabajo, para la que el servicio hogareño en la estructura legal, PRÁCTICAMENTE NO EXISTE.
Solo un grupo reducido de personas ocupadas en este sector en el país, a conveniencia de los patrones, cuenta al final de año con aguinaldo y durante el mismo con vacaciones con goce de sueldo, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI.
Hay que añadir por si fuera poco los PREJUICIOS DE CLASE que prevalecen por desempeñarse en tales menesteres, la discriminación racial y de género y la percepción generalizada sobre el trabajo doméstico remunerado, que coloca a quienes lo realizan en el grado de SERVIDUMBRE; a la que además en los hechos, debe tratarse con desconfianza, y para cerrar el círculo con broche de oro, concurre en la actividad la probabilidad de trata de personas y de explotación de menores de 18 años.
En nuestro país la activista Oaxaqueña Marcelina Bautista encabeza un azaroso “Sindicato de Trabajadoras Domésticas” que reclama condiciones dignas de salario, jornada laboral regulada y prestaciones básicas para sus agremiadas, desafortunadamente es el único y muy endeble aún.
El plan de Bautista es que los agremiados al sindicato recientemente ideado cuenten con UN CONTRATO que les garantice un salario profesional, designado por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, jornadas de trabajo que no excedan las 8 horas diarias, días de descanso, vacaciones con goce de sueldo, aguinaldo y seguridad social.
En contraparte según referencias múltiples, los patrones (AS) son sometidos prácticamente a diversas exigencias y restricciones por parte de las domésticas antes de aceptar convenio alguno, dándose el caso en ocasiones de solicitar salarios exorbitantes y limitarse a funciones específicas dentro del lugar donde deciden por cuenta propia trabajar.
Las rupestre y ordinariamente mal llamadas “Chachas” suelen disfrutar los mismos alimentos que consume el resto de los habitantes del lugar de trabajo, las comodidades que disponen las instalaciones donde realizan sus funciones; y en situaciones concretas viajan en compañía de sus patrones a diferentes destinos en plan de apoyo logístico sobre todo si hay niños, visten y portan los atuendos y accesorios que sus jefes les desean compartir; y acarrean tecnología de primerísimo nivel (Celulares, aparatos electrónicos) cuando su trabajo se desarrolla en estándares sociales de clase alta y media alta.
En Tabasco Edgar Azcuaga Cabrera, líder obrero y representante de la FTOT-CROM en Tabasco, ha denunciado abruptamente que de acuerdo a las cifras aportadas por el INEGI, existen en la entidad más de 100 mil empleadas domésticas censadas, y que sin embargo además de no recibir aguinaldo, carecen de prestaciones sociales como el IMSS, INFONAVIT y otros servicios que por estatuto corresponden a cualquier empleado respaldado por las leyes mexicanas.
Los trabajadores y trabajadoras domésticas deben tener los mismos derechos básicos que otros trabajadores, y por supuesto eso incluye la libertad sindical, pero también deben ser beneficiarios en temas fundamentales como son el derecho a jornadas laborales reguladas, el descanso semanal, la cobertura de seguridad social; y desde luego, la prohibición del trabajo infantil, que en el caso de México según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo habla de 100,000 niños y niñas de entre 12 y 17 años insertados en algún núcleo laboral; que en la mayoría de los casos resulta desarrollarse sin remuneración económica alguna.
Aquí un tema sustancial que deberá legislarse en aras de sufragar una añeja omisión de reconocimiento y valoración desde el punto de vista legal, además de lo correspondiente a lo social que vendría por añadidura; para beneficio no solo de quienes cocinan con ahínco y limpian y cuidan patrimonios y familias, sino para quienes les proporcionan un trabajo y un lugar donde realizarlo; mientras esto ocurre, si ya sabe de quién le estoy hablando NO SE HAGA PATO usted ya sabe lo que tiene que hacer este fin de año con “LA MUCHACHA” de la casa…