Columna Cuspide

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[Por Carlos Alberto Merodio]

“El campo mexicano la REFORMA PENDIENTE”

La visión de un campo mexicano productivo, rentable, generador de empleos; que contribuya de manera significativa al crecimiento de la economía nacional, presenta obstáculos de evolución social y enfoque gubernamental.

El SECTOR RURAL, y sobre todo el pequeño agricultor, son considerados por algunas estructuras administrativas, entidades rezagadas con respecto a las prácticas empresariales modernas, cuando no como arcaicos antecedentes de la cultura de mercado que hoy impera.

En México, la población rural se estima actualmente en 24.5 millones de personas, de ellas, 10.7 millones pertenecen a la denominada población económicamente activa, de la cual sólo 3.1 millones de productores son dueños de un pedazo de tierra; un estudio reciente de la Universidad de Chapingo y el Centro de Estudios Estratégicos Nacionales, AFIRMA QUE LA POBREZA EN EL MEDIO RURAL AFECTA AL 81.5% DE LA POBLACIÓN, Y LA POBREZA EXTREMA ALCANZA AL 55.3%.

A nivel macroeconómico, la contribución de la economía rural al Producto Interno Bruto y su capacidad para generar divisas se han reducido dramáticamente en la última década, si bien algunos segmentos y productos del sector, en particular los relacionados con las grandes agroindustrias, han tenido resultados positivos; los campesinos representan aproximadamente el 27% de la población, PERO APENAS GENERAN EL 6.8% DEL PIB.

Por si fuera poco, el 25% de la población del campo ES ANALFABETA, y sólo uno de cada diez campesinos ha recibido algún tipo de capacitación para el trabajo.

El desafío rural no es un problema menor, cerca de 10 millones de personas mantienen una estrecha relación laboral con el campo, generando bienes y servicios en sus unidades productivas, como jornaleros agrícolas o trabajando sin remuneración monetaria, como sucede frecuentemente con las mujeres y los menores de edad; y todos absolutamente todos, consumimos CAMPO.

Durante la presente administración México ha realizado profundas REFORMAS en su contexto estructural, sin lugar a dudas han sido prioridades para la agenda del Presidente Enrique Peña Nieto; las concernientes a los temas Energético, Educativo, de Seguridad, el Electoral y el de la Función Pública.

No obstante, estas residirán incompletas si no se realiza una reforma estructural que beneficie directamente a los PRODUCTORES RURALES, y que favorezca de manera integral a la población agraria y  por ende a la sociedad en general.

Entre los retos pendientes que deberá contemplar UNA REFORMA INTEGRAL QUE BENEFICIE AL CAMPO MEXICANO, se deberá enfatizar el desarrollo de la economía agropecuaria y forestal, propiciando el mejoramiento de la vida de las familias rurales.

Sin dejar de lado que el aprovechamiento de los recursos naturales, agrícolas, forestales, mineros y energéticos deberán hacerse de manera sustentable, garantizando a las generaciones venideras la herencia de un medio ambiente saludable.

Para el campo mexicano es inaplazable la incorporación de nuevas tecnologías y en el espectro económico la afluencia de capital al campo indudablemente debe  incentivarse con la ampliación de créditos a los ejidos y comunidades, propiciando la creación de empleos y el fomento a la economía comercial, mismos que generarían mayores recursos a las familias campesinas.

Al hablar de justicia agraria ésta debe extenderse para resolver la nueva problemática generada, con la apertura a la globalización y de la preservación del medio ambiente; es preponderante asegurar que la propiedad de la tierra, en sus distintas formas, cuente con certeza y seguridad jurídica para los titulares y poseedores.

Esta coyuntura representa una oportunidad inmejorable para instrumentar, por la vía agraria, estrategias concretas de desarrollo sustentable y de justicia agro-ambiental especializada, que tutelen con eficacia, oportunidad y equidad, los valores económicos, sociales y culturales del país.

En Tabasco el Gobernador Arturo Núñez se adelanta y atiende el tema aun sin las reformas por llegar, trazando su vertiente global eficiente de desarrollo; encaminada al impulso, Y LA RECUPERACIÓN INTEGRAL Y SUSTENTABLE DEL CAMPO TABASQUEÑO, con una Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Forestal y Pesquero orientada a elevar la productividad y competitividad, la cual opera con acciones estratégicas que fortalecen la seguridad alimentaria, GENERAN EMPLEOS y propician el arraigo en el medio rural.

Su titular PEDRO JIMÉNEZ LEÓN ha seguido a cabalidad tal disyuntiva y como principal directriz se ha dado a la tarea desde su llegada a tan importante estructura; el propiciar la consolidación de un campo fortalecido, como motor de la economía local; versado en su fructífera trayectoria profesional Jiménez León entiende como prioridad y en ello trabaja permanentemente sin descanso, EN LA CONSOLIDACIÓN DE UN CAMPO FORTALECIDO COMO MOTOR DE LA ECONOMÍA LOCAL, a través del sector agropecuario, forestal y pesquero; usando para tal cometido a la agroindustrialización, la investigación, el desarrollo tecnológico, mismos que propiciarán mejoras en las condiciones de vida de los TABASQUEÑOS.

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