[Por Fernando Hernández Gómez]
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Reconciliación
A los problemas de inseguridad e impunidad; recesión económica traducida en desempleo, falta de oportunidades y más pobreza; mala calidad de servicios públicos y pobres resultados oficiales de los tres órdenes de gobierno, y reclamos sociales por demandas insatisfechas que amenazan la estabilidad social, agreguemos otro más que ha impedido encontrar una ruta certera para resolver si no todos, sí gran parte de los males de este Tabasco: la división que se da en muchos de los ámbitos de nuestra vida política, económica y social.
Del problema más sencillo al más complejo no encuentran una solución pronta y satisfactoria, por la falta de voluntad de las partes en conflicto para llegar al entendimiento que haga posible que imperen la razón y la legalidad.
Hay división en todas partes, en todos los ámbitos. Veamos unos casos: entre locatarios del principal centro de abasto de la capital tabasqueña que no se ponen de acuerdo para reubicarse y permitir la construcción del nuevo edificio que los albergará; entre transportistas que no quieren compartir rutas; entre vecinos de una misma región que quieren que una obra pública (un hospital o una universidad) quede en su comunidad y no en la vecina.
Esta falta de unidad, de disposición y capacidad para ponerse de acuerdo, tiene su mejor muestra en el ámbito político: en el PRI, todos quieren la dirigencia estatal y todos se descalifican entre sí; en el PAN, sus escasos cuadros se disputan el botín de prerrogativas; en Morena, la dirigencia no permite que sus legisladores acuerden con sus pares, como si no fuesen mayores de edad.
Y el ámbito gubernamental no es ajeno: por más de tres años vimos a algunos funcionarios estatales jalar por su lado, bloquearse entre ellos y, peor aún, lanzarse fuego amigo en medios de comunicación afines.
A aliados del gobernador, esos mismos funcionarios les cerraron las puertas, a alcaldes los ningunearon e hicieron imposible el acercamiento de actores que buscaban sumarse o colaborar con el régimen del cambio verdadero.
Ante ello, Arturo Núñez Jiménez quitó lo que le estorbaba, lo que obstruía el buen avance de su gobierno; hizo ajustes y puso en áreas estratégicas a personajes que no habían colaborado con él pero que tienen la eficacia como carta de recomendación, como Gustavo Rosario Torres.
Una semana después de su designación, el nuevo secretario de Gobierno habló de su encomienda: “Nuestra responsabilidad –sostuvo– es servir a Tabasco, no es andar con rollos. Nuestra responsabilidad son hechos concretos”.
El viernes 8, en el auditorio del Centro Cultura Villahermosa, a Rosario Torres le tocó inaugurar con la representación del mandatario estatal el Cuarto Encuentro Informativo con Organizaciones de la Sociedad Civil.
Dijo que juntos, sociedad, gobierno y organizaciones civiles, “podemos lograr un Tabasco más reconciliado y un Tabasco menos dividido”.
Subrayó que el afán del gobierno nuñista “no es propiciar la desunión ni tampoco establecer la brecha entre la sociedad y los gobernados”.
Por eso –añadió– la instrucción del gobernador Núñez es que los servidores públicos tengamos una comunicación permanente y una correlación con la ciudadanía y con las organizaciones de la sociedad civil.
Al secretario de Gobierno le escuchaban los titulares de Desarrollo Social, Neyda García Martínez, y de Administración, Martín Miranda Villalobos, el subsecretario de Desarrollo Político, Wiliams Castillo Ulín, y un invitado especial: Rubén Aguilar Valenzuela, ex vocero de Vicente Fox.
Pero su mensaje iba para todos los funcionarios. “Un gobierno tiene que estar con los ojos y oídos bien abiertos para que la población se exprese. Tenemos que entender que somos eso: servidores públicos; más que privilegios tenemos responsabilidades y eso me ha pedido el señor gobernador que yo se los transmita”, expresó.
Y recalcó que el interés del gobernador Núñez es que con la voluntad de cada uno de sus colaboradores –“yo voy a poner mi granito de arena”, acotó–, se recupere la confianza de los ciudadanos. “Para eso estamos todos, no en una actitud de negligencia, no de indiferencia, sino de servicio. Yo creo que la mejor manera y el mejor método para lograrlo es predicar con el ejemplo”, enfatizó.
Lo que se intuye es que Gustavo Rosario no sólo fue el conducto para dar este mensaje a los funcionarios del gobierno estatal, sino que él será el encargado de vigilar que las instrucciones del gobernador se cumplan.
Es un llamado a tiempo. Faltan todavía casi dos años y medio para que concluya el actual régimen, y todo lo que esté mal o le falten bríos para dar los resultados esperados, puede remediarse. Lo que se logre será a favor de la reconciliación de Tabasco y, también, del rescate de la confianza ciudadana; eso, en el 2018, será un gran capital político.
¿Qué tanto podrá abonar Gustavo Rosario por la reconciliación?
AL GRANO
TRAS LA RENUNCIA de Agustín Basave a la dirigencia nacional perredista, entre los prospectos para sucederlo se mencionó a Juan Manuel Fócil Pérez… El diputado local declinó de inmediato porque sabía que participar en el proceso interno era meterse en la boca del lobo, lidiar con tribus irreconciliables, y dijo que mejor se quedaba en su tierra, donde pronto empezará a caminar por la candidatura del PRD al gobierno estatal… ¿Cómo la ve?