Sin Rodeos

[Por Fernando Hernández Gómez]

fdohernandezg@hotmail.com

Después de Romero Deschamps… ¿qué?

Después del gremio magisterial, el Sindicato Petrolero es la organización sindical dentro del gobierno mexicano más poderosa política y económicamente. Cuenta con 156 mil agremiados (92 mil en activo). Y desde 1993 ha estado bajo el control total de Carlos Romero Deschamps. Pero ese enorme poder se agotó este miércoles 16 de octubre, con su forzada renuncia a la dirigencia nacional, al ventilarse públicamente que se le iniciaron investigaciones penales por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero.

El cacicazgo que ejerció Romero Deschamps puede compararse con el que en su momento tuvo en el STPRM, Joaquín Hernández Galicia, La Quina, que tuvo una caída estrepitosa y violenta al inicio del régimen de Carlos Salinas de Gortari, cuando el Ejército irrumpió en su casa en Ciudad Madero, Tamaulipas, el 10 de enero de 1989.

De la hegemonía de Carlos Romero fueron testigos seis presidentes de la República –incluido el actual, Andrés Manuel López Obrador– y más de una decena de directores de Pemex, y a diferencia de Hernández Galicia tuvo una caída un tanto tersa, pues hasta el momento no ha enfrentado la acción de la justicia por el sinfín de tropelías y corruptelas de que se le acusa.

Era –hasta el miércoles– el prototipo de la corrupción e influencia de los políticos de la vieja escuela del PRI, partido que lo hizo tres veces diputado federales y otras tantas, senador de la República. Era, se creía, un intocable.

En un desplegado, Romero Deschamps aseguró que su decisión de dimitir a la secretaría general del STPRM se debe a que en este gobierno enfrenta “un escenario poco favorable” porque se ve al gremio “como contrario” y no como un grupo que colabore al desarrollo de la petrolera.

“Hoy, por razones poco claras, no observamos la cooperación que debe existir entre trabajadores y administración para impulsar los proyectos que permitan el verdadero avance de Pemex hacia su consolidación”, asentó. (Excélsior, 17Oct.2019)

En su conferencia de prensa mañanera del 16 de octubre, el Presidente López Obrador confirmó que Carlos Romero enfrenta dos investigaciones por presunto enriquecimiento ilícito y operaciones inusuales. Le secundó la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien declaró que el ex líder petrolero renunció para atender indagatorias, pero “la decisión la tomó él”.

Siempre se le señaló de usar durante 26 años los fondos del STPRM para enriquecerse ilícitamente. Quienes se encargaron de hacer ostentación de su enorme fortuna fueron sus hijos Paulina y José Carlos Romero, que no repararon en exhibir Ferraris, relojes de oro de 18 quilates, yates y departamentos en las zonas más exclusivas de Miami, y sus viajes alrededor del mundo y las compras en tiendas de lujo que ella publicaba en sus redes sociales.

Para el Presidente de México, con la renuncia se termina el ciclo de un dirigente que tardó mucho tiempo en la conducción del sindicato petrolero, y marca el inicio de una nueva etapa. “Ahora tiene que respetarse a los trabajadores para que, de manera libre, elijan a sus representantes”, apuntó López Obrador.

“Yo de verdad que celebro lo que pasó el día de ayer y que, además, se haya logrado sin violencia”, enfatizó el mandatario mexicano. Y subrayó que su gobierno no intervendrá en el relevo, pues de acuerdo a la nueva legislación laboral “no debe poner o quitar” dirigentes en los sindicatos.

Sin embargo, el Presidente delineó lo que debe ser el nuevo sindicalismo mexicano: ahora los sindicatos pueden actuar con libertad, democracia, transparencia y honestidad en el manejo de fondos, y no deben permitir la corrupción en su interior, pues resulta inmoral que líderes sindicales vivan en la opulencia, colmados de privilegios. “¿Cómo puede un líder sindical ser al mismo tiempo un potentado? ¿De dónde sale ese dinero?”, cuestionó.

¿Qué sigue ahora? ¿De verdad el nuevo régimen gobernante llevará ante la justicia a Carlos Romero Deschamps? ¿O será el chivo expiatorio del sexenio?

Los antecedentes de los líderes sindicales, ex gobernantes y ex funcionarios públicos encarcelados en la historia de este país por haber saqueado inmisericordemente las arcas de sus organizaciones o el dinero público, es que nunca se ha logrado que devuelvan lo robado. Aquí en Tabasco casi llegamos al extremo de pedirles perdón cuando salen libres… por falta de pruebas.

De nada servirá la caída de Carlos Romero si no se aplica la justicia. Ése es el reto y el deber para el gobernante que ha prometido ‘acabar con la corrupción’.

Éste es el momento para que el discurso de López Obrador se acompañe de acciones, más que de buenos deseos. Si no se encarcela a los corruptos, si no se les incautan los bienes mal habidos y si no se democratiza el gremio petrolero, de nada servirá el derrumbe de Romero Deschamps, porque más temprano que tarde veremos reeditarse las mismas prácticas caciquiles y corruptelas.

AL GRANO

POR LO PRONTO, Manuel Limón, quien es tesorero del STPRM y diputado federal plurinominal por el PRI –es oriundo de Agua Dulce, Veracruz, aunque su vida como petrolero la hizo en Ciudad Mendoza– ha tomado la batuta en el gremio de manera interina, y dentro de seis meses deberá convocar a elecciones, en las que podrá elegirse como nuevo secretario general… ¿O…?

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