[Jorge Jesús de la Cruz]

* Aberrante misoginia

El fin de semana hubo un festejo por el cumpleaños del diputado federal Héctor Peralta Grappín, donde acudieron lo mismo personas de las colonias y comunidades, que políticos a felicitarlo y congratularse por los éxitos que ha venido alcanzando en su desempeño. Hasta ahí todo bien, los asistentes saboreaban con gusto la comida y las bebidas, pero nunca faltan los pusilánimes que se pusieron a grabar en video para pretender exhibir a quienes estaban en el convivio, faltándole el respeto al anfitrión, quien fue que los invito a participar de su fiesta.

Entre los asistentes estuvo Neyda Beatriz García Martínez, diputada local quien con todo el derecho que le asiste, se fue a divertir, por eso ni se inmutó por el hecho de que la estuvieran videograbando mientras bailaba, porque su presencia era igual que la de todos, ir a festejar el cumpleaños de un amigo.

En efecto Neyda Beatríz es una figura pública, pero no estaba en una actividad propia de su responsabilidad como presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso, al contrario, estaba, al igual que los asistentes a la fiesta, aprovechando el fin de semana. Que se tomó unas cervezas, nada de malo hay en eso, no es delito, puede hacerlo; que estuvo bailando, no era la única, al contrario, refleja estar contenta, que el stress del trabajo no la agobia, por eso se encontraba feliz.

Lo que no compartimos es el hecho de que quieran exhibirla como si fuera de lo peor. Ahora pareciera que ninguna persona pública puede irse a divertir, tomarse unas cervezas y bailar, porque enseguida aparecen quienes profesan una falsa moral, criticando con saña, para querer destruir una imagen. Esa actitud misógina es condenable, tampoco estamos defendiendo a Neyda Beatríz, porque como persona adulta no estuvo haciendo nada malo, a los ojos de los asistentes.

Nuestra posición es que se exagera demasiado en asuntos como estos, cuando no tiene nada que ver con su responsabilidad como titular del Poder Legislativo; quieren burlarse soezmente, como si no tuviera derecho a divertirse. Tal vez quienes festinaron con ese video estén en desacuerdo conmigo, al final de cuentas, los excesos en las redes permiten que hagan esas cosas, y la credibilidad se gana con asuntos serios.

Lo que rechazo es la excesiva y aberrante misoginia, por divertirse una persona pública en una fiesta. Ahora ya nadie podrá hacerlo, porque vendrán puritanos a juzgar, como si fueran dueños absolutos de la verdad.

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