(Mario Gómez y González)
chayogomezg@hotmail.com
¿Carro Completo de Morena en el 2021?
¿Es creíble que MORENA llegue a las elecciones intermedias del 2021 (donde estarán en disputas, la renovación de la Cámara de Diputados Federal, algunos gobiernos estatales, presidencias municipales y diputaciones locales), lo suficientemente fuerte y vigoroso para arrasar con todo el pastel electoral que serán éstos comicios?
Es válido y lógico que sus integrantes, dirigentes, líderes, simpatizantes, militantes y hasta ciertos sectores de la sociedad piensen que sí; que Morena, continuará ostentando el poder absoluto en la mayor parte del país y, particularmente en Tabasco, tierra natal del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Teóricamente, el partido vino tinto tendrá a su favor los programas sociales actuales que no son otra cosa que programas electoreros y supuestos bancos de votos y de votantes, los cuales, a una señal del o de los “jefes”, saldrán a inundar las urnas con sus sufragios, evidenciando el clientelismo o industria de la pobreza, como medida para continuar en el poder.
Sin embargo, los datos y escenarios actuales, no permiten ver con claridad la óptica morenista de volver a ganar todo o casi todo en el proceso electoral-federal y estatal, que se avecina; los números en cuanto a los resultados de sus gobiernos federal (presidente de la república y la Cámara de diputados), estatal, (sus gobernadores, incluido el de Tabasco), sus alcaldes y legisladores locales, están jugando en su contra cada día que pasa.
Sus respectivas formas de hacer gobierno y ejercer el poder, no han dado resultados deseados porque cada vez hay más pobreza y menos desarrollo; hay desempleo, inseguridad, falta de oportunidades, la salud y sus servicios cada vez más deteriorados y superados por las enfermedades y pandemias; seguido de actos de corrupción, amiguismo, compadrazgos, opacidad y otros más.
Su soberbia; la burla y el desprecio hacia la sociedad a la que gobiernan, en los tres ámbitos (federal, estatal y municipal), auguran un 2021 complicado y desastroso; su principal “imán”, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, no estará en las boletas, aunado, insistimos, a la falta de resultados y superación de la pobreza y el subdesarrollo que como vil cáncer, carcome y deteriora el tejido social, los sectores productivos y los motores de la economía; todo junto, repetimos, vislumbran jornada electoral complicada y un, “recuento de los daños”, más que espectacular.
Todo esto que acabamos, mal que bien, enumerar, en los escenarios federales, estatales y municipales, especialmente en Tabasco, que es lo que a último de los casos lo que realmente nos importa, presagia no sólo un carro incompleto para el partido en el poder, sino la nueva cara, cuerpo y forma de Morena; una carcacha desvencijada que necesitará respiración artificial para su sobrevivencia. Pero…
Revisemos la historia: La frase ganar “el carro completo”, se hizo famosa en los tiempos en que el PRI arrasaba en las elecciones federales, estatales y municipales. Desde el presidente de la República pasando por gobernadores, hasta el más modesto presidente municipal o el mínimo concejal de Ayuntamiento perdido en la serranía.
No sólo eso, el carro completo incluía a todos los senadores, a todos los diputados federales y locales y en el país no había opción ni alternativa: el dedo poderoso y mágico del Gran Tlatoani (el presidente de la república en turno), decidía y disponía, quitaba y ponía.
Era una perinola que siempre caía en “toma todo” para el partido tricolor y a los partidos y candidatos ingenuos que entraban a ese peculiar casino, sólo les tocaba jugar a “pierdes-pierdes”.
Fue en tiempos del Presidente Adolfo López Mateos (también conocido como “López Paseos”, porque le gusta mucho salir de viaje al extranjero), cuando se inventó una formulilla para saciar la sed opositora y se les dio una cucharadita de medicamento político: los “diputados de partido”, para dar una ligera y no incendiaria dosis de una primitiva democracia a la mexicana.
No podían ganar elecciones pero de acuerdo a un escaso número de votos, algunos opositores podían entrar finalmente al viejo Teatro Iturbide, convertido por décadas en el teatro político mexicano donde se escenificaban farsas en las que siempre había un protagonista: “el señor presidente”, cuyos designios marcaban el rumbo de la nación y el destino de los ganapanes que pletóricos llenaban el recinto legislativo.
Siguiendo con los datos históricos, tenemos que en las décadas de 1960 y 1970, varios países sudamericanos padecieron gobiernos militares, despóticos y tiránicos conocidos como “gorilatos”. Los golpes de Estado eran cosa cotidiana y los relevos de generalotes eran la tónica recetada según se dice por la voluntad de Washington. La CIA y algunas empresas penetraban, conspiraban y colocaban títeres gubernamentales a su antojo. Eran dictaduras sin rubor y desataron la “guerra sucia”, consistente en la persecución, eliminación y desaparición de los opositores políticos. Argentina, Brasil y luego Chile con Pinochet fueron los ejemplos nefastos de esa política perversa de odio.
Nuestro país México, en cambio, tenía la tranquilidad de cambiar cada seis años de presidente y de todos los puestos de elección popular. No hemos tenido golpes de Estado ni asonadas. Sin embargo el régimen era autoritario, represor e inhibía las libertades democráticas. Trampas electorales, robo de urnas, coacción del voto y otras lindezas hacían que el régimen mantuviera completo su carro. Los brotes de inconformidad laboral y social se reprimían brutalmente y la sociedad callaba, resignada a la esperanza de que el relevo presidencial compusiera las cosas.
El movimiento magisterial y el ferrocarrilero de 1958, el movimiento médico de 1965 y finalmente el gran Movimiento Estudiantil Popular de 1968, exhibieron ante un mundo convulsionado por la Guerra Fría, las vergüenzas políticas de México, cuyo gobierno se vio poco a poco impelido a enmendar la plana y establecer procesos electorales y legislación que facilitara el acceso de partidos a las lides democráticas más o menos claras.
El costo ha sido alto y la inconformidad enorme; nadie queda satisfecho, somos el país de las impugnaciones y todo ha servido para ir debilitando la figura presidencial hasta convertirla como en este sexenio, en objeto de burla y escarnio, lo cual no ocurría en tiempos de la “dictadura perfecta” que llamara Vargas Llosa.
En el año dos mil, tuvimos alternancia e igualmente en 2012 cuando el PRI regresó a Los Pinos pero gobernando sólo 16 entidades. Carro incompleto. Pero en una de sus asambleas, el PRI de Peña Nieto y Ochoa Reza, ofrecieron “Carro completo” para 2018, precisamente en un entorno político más complicado a que se haya enfrentado: el avance del populismo de Morena y su dictatorial mesías, las brutales corruptelas de sus gobernadores, la ineficacia del gabinete presidencial y la falta de cuadros (tuvieron que abrir los candados para buscar un candidato no priista).
Y Para Usted También
** ¿se puede recuperar Morena y sus gobiernos federal, estatales y municipales, para mantener lo ganado y sacar el mejor provecho del proceso electoral del 2021?, puede ser; en política electoral lo que cuentan son los números (votos o sufragios) en este sentido, ya los cuartos de guerra en Tabasco, prevén escenarios difíciles, aunque el optimismo es lo último que pueden perder, tal a como se aprecia en el ánimo del Presidente tabasqueño López Obradoren Tabasco, no olvidemos, hay una sociedad observante y agraviada; sin embargo, dicen los morenistas, que también es “olvidadiza”vale la pena analizarlofue todo por hoy**hasta mañana Dios mediante.