Sin Rodeos

[Por Fernando Hernández Gómez]
fdohernandezg@hotmail.com
Pillaje en la Conagua
No erró el Presidente Andrés Manuel López Obrador cuando calificó a la corrupción como el más grande de todos los males del país, y que se enseñoreó en México en la etapa neoliberal –desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto–, cuando fue perpetrado el mayor saqueo en la historia nacional, más grande incluso de lo que se llevaron los españoles hace cinco siglos.
En este Tabasco de enormes riquezas naturales y abultados presupuestos públicos hemos sido testigos –aún antes de los 36 años del periodo delimitado por López Obrador–, sexenio tras sexenio, cómo los hombres del poder construyeron fortunas personales, inimaginables si fuesen producto de justas remuneraciones por el trabajo desempeñado, o de negocios fructíferos y lícitos.
Hemos visto pasar políticos de todos los niveles, desde gobernadores hasta jefes de departamento –con honrosas excepciones–; desde alcaldes hasta delegados de dependencias federales, y lo mismo priistas que panistas y perredistas, que aprovecharon su paso por las encomiendas públicas para engrosar sus cuentas bancarias y acumular propiedades inmobiliarias, aunque por ahí nos prometieron que “no encubriré a nadie, haciéndome cómplice de quien haya hecho privados en su beneficio los recursos públicos de los tabasqueños”.
Los pusieron a administrar la abundancia y acabaron saqueando a más no poder. Los nombres, todos los conocemos. Con el mayor de los cinismos, algunos quieren retornar a la vida pública como si el tiempo borró toda mancha, y en el colmo de la desmemoria colectiva, hay quienes aplauden su regreso.
El resultado de décadas de corrupción e impunidad no puede ser más evidente que las cifras de rezago y marginación social de la entidad: seis de cada diez tabasqueños viven hoy en condiciones de pobreza.
El arribo del tabasqueño a la Presidencia de la República generó la expectativa de que ahora las cosas van a cambiar… para bien. Hace tres meses, desde Palacio Nacional proclamó la abolición del modelo neoliberal y “su política de pillaje antipopular y entreguista”.
Será difícil erradicar estos males que carcomen a todo el aparato gubernamental con un simple decreto. Ni se logrará sanearlo de la noche a la mañana. Estamos viendo que por aquí se tapa un agujero hoy, y mañana brota miasma por otros lados. Lo que ocurrió con el huachicol es un ejemplo de que no era necesario robarse el dinero como antes, sacando fajos de billetes atados con ligas en cajas de huevo, si se podía robar combustible y venderlo con facturas falsas a expendios autorizados, como ventiló ayer el Presidente López Obrador.
La corrupción está en todos los niveles. El saqueo al erario se aplica de formas diversas e innovadoras. Para qué meter la uña al presupuesto si se pueden hacer negocios millonarios mediante la asignación de obra pública, llevándose una buena mochada, aunque la calidad de la obra entregada deje mucho qué desear.
Lo vimos con obras inconclusas que dejó el régimen granierista y que debieron rehacerse o están oxidándose frente al Palacio de Gobierno. O las entregadas por el nuñismo con un acto inaugural –desde su oficina– y cuyas irregularidades habrán de aflorar cuando se aborde la calificación de su cuenta pública 2018.
De las obras federales de infraestructura que nos heredó el peñismo, todas son una porquería: el corredor vial La Pigua-Reclusorio y el distribuidor Tabscoob, ya muestran sus imperfecciones en los desperfectos que causan a los vehículos que los cruzan, y la segunda etapa del Libramiento de Villahermosa, que el anterior Presidente inauguró sin haber terminado, exhibe fallas por todas partes.
Y no se digan los negocios que se hacen con las obras federales que se asignan a Tabasco, donde el tráfico de influencias está a la orden del día. Hace un mes, el gobernador Adán Augusto López Hernández acusó al titular de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), Luis Vera Morales, de ser un “chantajista y corrupto”, pues –reveló– le propuso contratar a un despacho de abogados afín a él para defender la construcción de la refinería de Dos Bocas.
Más recientemente –este lunes 24–, López Hernández acusó de presuntos actos de corrupción al subdirector general administrativo de la Conagua, Eduardo Seldner Ávila, porque pretende entregar obras públicas a empresas a modo.
El mandatario estatal refirió que Seldner declaró desierta una licitación de obras de Conagua en Veracruz, para beneficiar a otras empresas, lo que trata de replicar en Tabasco. “Es un corrupto ese señor, el de Administración (de Conagua), pues si estuvo acusado en la época de Fox, involucrado en el Toallagate, no es un asunto de filiaciones sino de corrupción… nada más que aquí, nosotros con firmeza vamos a defender a los tabasqueños”, sentenció. (Telerreportaje, 25Jun.2019)
López Hernández resumió con unas cuantas palabras lo que ha significado la Dirección local de Conagua en Tabasco. “Prefiero que se lleven la obra a otra parte, a que vengan a burlarse una vez más, pues aquí en Conagua se hicieron pingües negocios por chiapanecos, de Guerrero, de otros estados… y, además, va a dejar de ser ya botín de diputados federales que, aprovechándose de su cargo, lucraron con las obras de la Conagua…”.
–¿Van a pedir su destitución? –se le preguntó. “En su momento”, remató.
AL GRANO
UN ORGULLO DE Tabasco los galardones internacionales conseguidos por la empresa comalcalquense Chocolates Wolter”… A los obtenidos en años anteriores, agregó ahora cuatro premios en el America’s International Chocolate Awards, los Óscar de la industria chocolatera…

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