[Redacción]
Se forman durante miles de años; se degradan en corto tiempo a veces de modo irreversible
Ciudad de México.- Recurso natural no renovable presente en todos los ecosistemas, el suelo cumple funciones de las cuales dependen los servicios ambientales que sostienen la biodiversidad, incluida la vida humana, ya que contiene compuestos orgánicos, nutrientes solubles, materia orgánica y organismos muertos, agua y gases, por lo cual tiene uso agrícola, forestal, industrial o habitacional.
Para la agricultura el suelo es la capa de materia fértil que recubre la superficie de la Tierra y de la cual las plantas obtienen sostén, nutrientes y agua. Para el medio ambiente cumple funciones y procesos ecosistémicos de regulación y distribución del flujo de agua y es amortiguador de los efectos de diversos contaminantes.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, cerca del 33 por ciento de los suelos del mundo se enfrenta a una degradación de moderada a grave.
La degradación del suelo la causan factores naturales y antropogénicos: inapropiados sistemas de producción, deforestación y sobrepastoreo; densidad poblacional, sistemas de tenencia de la tierra, políticas ambientales y públicas y mercado; geomorfología, vegetación, geología, hidrología y cambio climático, indica la SEMARNAT. Y mientras la formación de los suelos tarda miles de años, su degradación puede ocurrir en muy corto tiempo y a veces de manera irreversible.
En México, por ejemplo, en las últimas décadas la intensidad en el desarrollo agropecuario determinó que los suelos más fértiles y profundos con buena estructura y alto contenido de nutrimentos de materia orgánica tuvieran mayor demanda, lo cual desde mediados de los años setenta hasta la primera década del siglo XXI propició que el uso agropecuario pasara de 35 a 44.4 por ciento.
Procesos inducidos por la actividad humana como este provocan disminución de su productividad biológica y de su biodiversidad, lo mismo que de la capacidad para sostener la vida humana actual o futura.
La Línea Base de Degradación de Tierras y Desertificación, elaborada en 2015 por la Comisión Nacional Forestal y la Universidad Autónoma Chapingo, revela que la degradación de los suelos nacionales impacta 111.472 millones de hectáreas, o sea, el 63.02 por ciento del total nacional; la ligera representa el 24.21% (47.433 millones de has.); la moderada el 27.2% (53.291 millones de has.), la severa el 10.01% (19.612 millones de has.) y la extrema el 1.59% (3.115 millones de has).
Ese ritmo de degradación de los suelos amenaza la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras, por lo que es necesario revertir esta tendencia mediante un esfuerzo concertado hacia la gestión sostenible de los suelos.