Emoción en Tlacotalpan durante el recorrido de La Candelaria por el río Papaloapan

Candelaria recorrido en el rio tlacotalpan[Redacción]

Con cantos y oraciones mezcladas, la imagen, traída desde Barcelona en 1776, fue recorriendo lentamente las estrechas y adoquinadas callecitas de La Perla del Papaloapan, cuyo contingente iba encabezado por jaraneros ataviados de blanco

Tlacotalpan, Veracruz.- El tradicional paseo de la Virgen de La Candelaria por las aguas del río Papaloapan congregó a una multitud de fieles, que acompañaron desde tierra el periplo de la patrona de los tlacotalpeños.

Y es que uUn torrente humano cobijó la imagen de La Candelaria, que transitó desde su Santuario las calles principales de la localidad hacia el muelle El Almendrito, a las orillas de un plateado afluente de las mariposas.

Con cantos y oraciones mezcladas, la imagen, traída desde Barcelona en 1776, fue recorriendo lentamente las estrechas y adoquinadas callecitas de La Perla del Papaloapan, cuyo contingente iba encabezado por jaraneros ataviados de blanco.

El sol, en lo alto, un prolongado grito amarillo que se deshacía en lenguas de fuego, hacía fruncir seños y humedecer pieles, pequeñas toallas se frotaban en brazos y frente para secar el sudor del breve camino.

Con lo intenso de la luz solar, los edificios encendieron sus colores, amarillos vibrantes, verdes chillantes como la piel de las iguanas tiernas, haciendo resplandecer el espacio por donde la divinidad era trasladada en brazos de los nativos.

La Virgen fue descendida al río en medio de los almendros ribereños invernales, los feligreses que tuvieron oportunidad abordaron pequeñas lanchas para acompañarla. Con sombreros de ala ancha para taparse del sol, gafas oscuras y chaleco, fueron parte de la tradición. El sol, en lo alto, seguía haciendo resplandecer las aguas del Papaloapan.

La cabellera dorada de la imagen flotaba en el aire al ritmo del viento y los sones que algunas músicos le tocaban desde la orilla. A su paso, la también patrona de los navegantes recibía saludos y vivas de sus hijos, apostados en largas filas a las orillas.

Decenas de embarcaciones fueron su séquito, ida y vuelta. Miles de plegarias, con fervor se elevaron al cielo cuenqueño para agradecer un año más de vida y de parabienes.

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