[Redacción/Agencias]
Mientras los presos lloraban, Francisco se arrodilló, vertió agua en cada pie, lo secó y lo besó, en el Jueves Santo
Ciudad del Vaticano, Roma.- El papa Francisco lavó los pies de 12 presos y un bebé en la principal prisión de Roma en este Jueves Santo, donde en un ritual previo a la Pascua que muestra la vocación de servicio del pontífice.
Y es que de igual forma les pidió a los presos que oraran por él y le ayudaran a limpiarse de su «suciedad».
Mientras los presos lloraban, Francisco se arrodilló, vertió agua de una jarra en cada pie, lo secó y lo besó, para revivir el ritual que Jesús practicó con sus apóstoles antes de su crucifixión.
Los participantes fueron seis hombres de la prisión de Rebibbia y seis reclusas de un centro de detención cercano. Una era una madre con su hijito sobre la falda: Francisco también lavó los pies del niño.
El primer pontífice latinoamericano ha revolucionado la tradición del Jueves Santo lavando los pies de mujeres y de no católicos y viajando a cárceles y hospicios para ancianos. Las reglas del Vaticano decían que el ritual debía practicarse con varones como lo fueron los apóstoles.
En la homilía del Jueves Santo pronunciada en la capilla de la prisión, Francisco trató de llevar esperanzas a los presos diciéndoles que Jesús los amaba al extremo de dar su vida por cada uno de ellos.
Lo hizo por ti, por ti, por ti, por mí», dijo señalando individualmente a los presos. «Para todos con un primer nombre y un apellido. Porque su amor es personalizado».
En un mensaje improvisado como lo ha hecho en los tres últimos años en esta fecha, Francisco explicó que la ceremonia del lavado de pies era para mostrar la disposición de Jesús a servir al prójimo como un esclavo, a limpiarlos y purificarlos.
Aun yo necesito ser limpiado por el Señor», agregó. «Y para este fin, oren durante esta misa a fin de que el Señor también me lave mi suciedad, para convertirme más en un esclavo al servicio de la gente tal como hizo Jesús».
Francisco fue acogido con entusiasmo por los presos y dejando de lado el protocolo marchó por el pasillo de la capilla permitiendo que aquellos lo tocaran en medio de sonoros aplausos.
Horas antes del lavado de pies, el papa ofició la misa del Jueves Santo. Dijo que aquel ritual demuestra que Jesús estaba dispuesto a involucrarse en las vidas de sus discípulos y agregó que todo sacerdote debe hacer lo mismo, compartiendo compasivamente las vidas de sus feligreses y no encerrándose en las sacristías por agotamiento o indiferencia.
Afirmó que piensa a menudo en el desgaste de los sacerdotes «y rezo por ellos a menudo, sobre todo cuando yo mismo me siento cansado».
El papa exhortó a los sacerdotes a tomar un descanso, pero también aceptar el «cansancio positivo y saludable» de ser un buen pastor.
Asimismo, Francisco, que se saltea las vacaciones, suele trabajar siete días a la semana y se levanta diariamente a las 4:30 a.m para orar y meditar, afirmo que es el cansancio del pastor que se impregna con el olor de su rebaño pero que también sonríe con la sonrisa de un padre que se regocija con sus hijos o sus nietos.
Cabe destacar que este año, el Jueves Santo coincide con el décimo aniversario de la muerte de San Juan Pablo II e inicia cuatro días de significación especial para la iglesia católica. El Viernes Santo, el pontífice presidirá la procesión nocturna del Vía Crucis en el Coliseo Romano. El sábado dirigirá la solemne Vigilia Pascual, y unas horas después, el domingo, celebrará la misa pascual.