La Ceremonia Ritual de Voladores, muestra de la regeneración cultural en Cumbre Tajín 2015

ceremonia voladores de papantla

[Ana Rodríguez]

* El hombre de 64 años, habitante de la comunidad Zapotal Santa Cruz, es uno de los 150 voladores totonacas que emocionaron a miles de personas en el Parque Temático Takilhsukut durante el Festival Cumbre Tajín 2015

El Tajín, municipio de Papantla, Veracruz.- “A los siete años agarré la flauta y a los 10 empecé a treparme”, dice don Esteban González Suárez, y con esa frase resume una vida de ascensos y descensos como practicante de la Ceremonia Ritual de Voladores, expresión cultural que en 2009 fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Y es que el hombre de 64 años, habitante de la comunidad Zapotal Santa Cruz, es uno de los 150 voladores totonacas que emocionaron a miles de personas en el Parque Temático Takilhsukut durante el Festival Cumbre Tajín 2015 su historia es un ejemplo de la revitalización del ritual aéreo.

Del 19 al 23 de marzo, se convocó y celebró a las identidades mediante un programa que incluyó ceremonias, sanaciones, talleres, teatro, gastronomía, cine, espectáculos, música, conciertos, conferencias, presentaciones editoriales y danzas tradicionales, entre muchas otras expresiones creativas, lúdicas y reflexivas.

Dado que la cultura Totonaca es la anfitriona y protagonista, la Ceremonia Ritual de Voladores se llevó a cabo cuatro veces al día en el Palo del Volador, ubicado en el corazón del Parque, a un costado del Kantiyán, la Casa de los Abuelos, de la que emanan rezos, humo y enseñanzas.

Cada noche, los voladores de Zapotal Santa Cruz subían al Palo de Volador y, al ritmo de la flauta y el tambor, descendían con su traje de aves, vestidos completamente de plumas, con botas café que llevan garras en el talón y en la punta, con su pico y su casco de pájaro. Debajo de ellos, cientos de personas observan, admiradas, y aplauden cuando el descenso termina.

Don Esteban explicó el motivo de su vestimenta, que parece más cercana a los voladores tenek de San Luis Potosí, conocidos en su región como hombres gavilán:

“Los primeros voladores existían en el monte, mucho antes de que llegaran los españoles, en los tiempos en los que esos danzantes invocadores eran como los sacerdotes. Primero usaban taparrabo, después utilizaron las plumas de ave silvestre. Eso es lo que nosotros mostramos con nuestra vestimenta”.

Este Volador refrendó la creencia Totonaca de que cada persona nace con un talento especial, un don que debe cultivar para servir a la humanidad:

“Es un don que tiene cada uno, a cada persona le toca uno para vivir, el mío fue el de ser Volador. Mi papá era danzante de Negritos, pero yo creo que el mío viene de los familiares, de los abuelos y los tíos que eran Voladores y me dejaron un cachito de don. Primero tuve que aprender los pasos, el son del perdón, de fila, de círculo; a hacer y afinar la flauta. Pero lo más importante fue aprender que uno toca para que los dioses te escuchen, para hacer una invocación. La gente dice ‘ése toca porque le gusta’, pero no es cierto, uno toca porque lo van guiando los ancestros, porque lo pide el Dios del Monte”.

Además de los vuelos de adultos, el Festival Cumbre Tajín incluyó la participación de 120 alumnos de las Escuelas de Voladores que son apoyadas por el Centro de las Artes Indígenas (CAI), institución en la que todo el año los maestros totonacas enseñan las técnicas, los procesos y los simbolismo de las artes de la tradición: alfarería, idioma, teatro, algodón, música, carpintería y sanación, y mucho más.

Así, cinco veces al día los niños subieron al Palo de Volador de la Casa de las Danzas Tradicionales para provocar la admiración de los asistentes.

Como maestro de la Escuela de Niños Voladores de Zapotal Santa Cruz, don Esteban habló de este proceso de regeneración cultural:

“Tengo 20 alumnos, quienes aprenden el principio del Volador. Al hacer ceremonias usamos unas piedritas para pedirle a la naturaleza, sólo velas y comida. Los niños están contentos con lo que yo les enseño, porque si no lo hago, pues me voy a llevar a la tumba lo que sé. Quiero seguir enseñando hasta que pueda, a todos por igual, porque me gusta mostrar, me gusta enseñar.

Además, puedo hacer trajes, carreta, cuadros, bordar, tengo como 10 oficios relacionados con la Ceremonia Ritual de Voladores. Creo que las escuelas han dado muchos beneficios a los niños, no en dinero, sino en aprendizaje e identidad. Por supuesto, les falta conocer mucho de historia y profundizar en el mito, pero ya están en el camino. Qué bueno que se está recuperando la tradición para seguir manteniendo nuestras riquezas culturales. Hoy somos nosotros y ellos serán mañana como nosotros”.

En el rubro espiritual, ser Volador es ser un elegido: “Los ancestros y el Dios del Monte nos dan el don para ser Volador. Después nos guían mentalmente para identificar a los niños que serán Voladores. Si aprende fácil, es un elegido para esta Ceremonia, este pedimento que se hace al subir a las alturas para solicitarle que nos cuide y apoye.

También deben aprender que cuando estás arriba todo el público te ve, pero tú estás enfocado en otro punto, si le ves los ojos o la cara, te domina, debes estar concentrado para poder hacer lo que tienes que hacer. Lo mismo pasa al tocar la flauta, debes estar atento por completo, porque es lo que quieren los dioses.”

 

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