(Redaccion)
Justina Chuc Can, habitante de la comunidad maya de X-Pichil, Quintana Roo, ganadora del segundo lugar del concurso nacional gastronómico “¿A qué sabe la patria?” y Dayra Pech deleitaron con la cocina maya elaborando guisos para la ofrenda
Ciudad de México 31 de octubre 2022.- Con el fin de exponer la tradición del Caribe Mexicano “Hanal Pixán: alimento de las ánimas”, el Gobierno del Estado que encabeza Mara Lezama, a través del Instituto de la Cultura y las Artes, dirigido por Lilian Villanueva, participó en la Ofrenda Monumental del Día de Muertos en el zócalo de la Ciudad de México con apoyo y participación de ciudadanos de Quintana Roo que colaboraron para la instalación.
Lilian Villanueva, directora del Instituto de la Cultura y las Artes, estuvo presente en el acto inaugural acompañando a la doctora Marina Núñez, subsecretaria de Desarrollo Cultural de la Secretaría de Cultura; Claudia Stella Curiel de Icaza, secretaria de Cultura de la Ciudad de México, y secretarios y directores de Cultura de las entidades.
En el segmento dedicado a Quintana Roo, David Acopa y José Matos trabajaron en la elaboración y el montaje de altar; Justina Chuc Can, habitante de la comunidad maya de X-Pichil, Quintana Roo, ganadora del segundo lugar del concurso nacional gastronómico “¿A qué sabe la patria?” y Dayra Pech deleitaron con la cocina maya elaborando guisos para la ofrenda (chimole, tamales chachakwaj, pollo con verduras, tortillas, atole chocó sak’an, chocolate, dulces de calabaza, camote y yuca).
El maestro Rafael Romero Poot, director del “Ballet Folclórico de Quintana Roo” y conocedor de las tradiciones peninsulares, estuvo a cargo de la coordinación general, la elaboración y el montaje de la ofrenda, que fue elogiada por parte de la población cosmopolita de la capital mexicana, como un símbolo de las raíces quintanarroenses.
En este espacio mayúsculo, se incluyeron muestras de los treinta y dos estados de la república. Las figuras centrales abarcan siete metros de altura mientras que hay dos catrinas de doce metros cada una, en un zócalo convertido en jardín que pueblan cinco mil quinientas flores de cempasúchil acompañadas por treinta y dos calaveras.