Un día en la vida de… Francisco Cárdenas, avicultor del Estado de México

[Redacción]
La autosuficiencia alimentaria se gesta en las actividades de traspatio, muestra de ello es la historia de don Francisco Cárdenas
Ciudad de México.- Oriundo de Jocotitlán, Estado de México, a sus 68 años, con la agilidad y entusiasmo de un joven, don Francisco Cárdenas desde hace 8 años cría gallinas y guajolotes en corral de traspatio, entusiasta comienza su día a las seis de las mañana.
La primera actividad que realiza don Francisco es preparar el alimento (maíz molido) que dará a sus ‘animales’ –así les llama-, luego les abre el corral para que salgan a pasear, mientras limpia sus bebederos y el lugar donde duermen, cerca del mediodía recolecta el huevo del que diariamente obtiene entre 75 y 80 piezas, pero cuando hace calor –dice- llegan a ser hasta 130.
Don Francisco combina sus actividades personales con la avicultura familiar, le gusta lo que hace, pues considera que es una actividad “fácil” que puede realizar pese a su edad, le gustan sus animales y cuida mucho su salud, al respecto, nos comenta que el momento más crítico de la crianza es cuando están “chiquitas”, porque se amontonan en el gallinero y las más grandes las aplastan y pueden morir. Otro aspecto importante es la vacunación, hay que estar pendientes de “cuando les toca”, añadió.
En cuanto al repoblamiento del corral –nos cuenta don Francisco- hay que comprar gallinas de seis semanas de nacidas a diferencia de los guajolotes que se reproducen solos, es decir, entre ellos.
La comercialización de sus productos, huevo y carne, es local, de forma directa con los habitantes de la comunidad, pero también –feliz nos comparte- se anuncia por Facebook en donde lo contactan y le hace pedidos, algunas veces hasta de otras localidades.
La mejor temporada de venta se da en los meses de noviembre y diciembre, por las festividades, pero quienes saben que cría guajolotes le hacen pedidos durante todo el año, las gallinas sólo las comercializa cuando termina su vida productiva de huevo.
Don Francisco se siente feliz al saber que contribuye en la alimentación de la población, tanto que en algunas ocasiones ha regalado algunos de sus animales a gente que lo necesita porque, a decir de él, “nada tienen”.
Finalmente, cerca de las siete de la noche, regresa al corral para alimentar a sus gallinas y guajolotes y regresarlos al corral para que duerman, entonces, tranquilo se retira a descansar para mañana comenzar de nuevo.
Esto fue un día en la vida de un pequeño productor, personajes en los que se cimienta la autosuficiencia y seguridad alimentaria de una nación.

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