La sirena de Metepec

[Redacción]

Se dice que un mítico ser, mitad mujer y mitad serpiente, aún ronda por aquel valle que solía estar rodeado de lagunas, en las que desaparecieron los hombres que desdeñaron su amor. Esta es una #LeyendaDelAgua

Ciudad de México.- Hace más de 11 mil años, Metepec (cerro de magueyes, en náhuatl), en el Estado de México, era una zona lacustre, repleta de pantanos y nueve lagunas que estaban rodeadas por comunidades matlazincas, que se asentaron principalmente cerca de Xinantécatl (Nevado de Toluca) y Chignahuapan (río Lerma).

Y es que en el portal de la CONAGUA, cuenta la antigua leyenda que mucho antes que los mexicas invadieran el Valle Matlazinca, una extraña deidad gobernaba dicha región. Se trataba de una reina que era mitad mujer y mitad serpiente. Todos la conocían como la Tlanchana. Su nombre proviene de las palabras en náhuatl: atl (agua), tonan (madre) y chane (espíritu mágico).

Se dice que Tlanchana pasaba los días sobre un islote y los lugareños contemplaban, escondidos detrás de los árboles de tule que había en la laguna, a la hermosa mujer. La soberana siempre estaba desnuda, tan sólo llevaba consigo una corona y varios collares, así como un cinturón adornados con peces, acociles y ajolotes.

Aquella reina tenía un carácter muy inestable, era posesiva y vengativa. Cuando estaba contenta presumía su cola de serpiente negra, lo cual era un buen augurio para los pescadores, porque les permitía tener abundancia de peces entre sus redes. Si se enamoraba de algún humano, su cola se convertía en un par de piernas y salía del agua para buscar a quien atrapó su mirada, pero si el sujeto no hacía caso de su belleza, entonces empleaba su cola de reptil para enredarlo y llevarlo a mitad del lago, donde lo ahogaba.

Los siglos transcurrieron, las lagunas se secaron y los conquistadores fundaron la Nueva España. Muchos siglos después, el canto de la Tlanchana aún sigue cautivando a los metepequenses, quienes le manifiestan devoción y cariño, prueba de ello es el monumento que colocaron en su honor en el Parque Juárez, el más importante de esa ciudad que continuará por siempre el romance con su sirena.

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