La flor de cempasúchil es endémica de nuestro país

FLOR DE CEMPASUCHIL[Redacción]

La palabra “catrín” definía a un hombre elegante y bien vestido, el cual iba acompañado de alguna dama con las mismas características; este estilo fue una imagen clásica de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios del XX

México, DF.- La flor de cempasúchil o flor de veinte pétalos es endémica de nuestro país y la conocemos principalmente porque con ella se adornan los altares del Día de Muertos.

Y es que la tradición indica que el particular y fuerte aroma del cempasúchil, es la guía que siguen los muertos para regresar a sus casas y poder compartir con sus familiares nuevamente el pan, la sal y la luz que necesitan para continuar su camino.

Este año se espera, una producción de cempasúchil mayor a las 10 mil toneladas tan sólo en Puebla, estado que ocupa el primer lugar en producción.

Otras de las flores relacionadas a esta celebración son la nube o velo de novia y la flor de terciopelo.

La Catrina, personaje vivo de México

LAS CATRINAS

Durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, los dibujos de cráneos y esqueletos acompañados de textos que criticaban de forma burlona la situación del país así como de las clases privilegiadas se volvieron populares entre la población y se empezaron a reproducir en periódicos llamados de “combate”.

Entre los grabadores que destacaron con su trabajo de “calaveras” se encontraban Constantino Escalante, Santiago Hernández, Manuel Manilla y José Guadalupe Posada, quien en sus obras acentuó el carácter festivo y desenfadado del pueblo mexicano.

El arte de Posada fue diverso, a través de sus “calaveras” retrató la esencia de los pesares y alegrías del pueblo que vivía grandes diferencias sociales durante el Porfiriato. Actualmente, éstas son relacionadas directamente con el Día de Muertos, sin embargo también representan la interpretación de la vida de la sociedad de aquella época.

Calaveras vestidas con ropas de gala, bebiendo pulque, montadas a caballo, en fiestas de la alta sociedad o de un barrio, como es el caso de “La Catrina”.

Bautizada originalmente como “La Calavera Garbancera”, José Guadalupe Posada realizó un grabado en metal para criticar a quienes eran conocidos precisamente como “garbanceros”, es decir, aquellas personas que tenían sangre indígena pero pretendían ser europeos, renegando de sus raíces y de su cultura.

No cabe duda de que la obra de Posada influyó en artistas posteriores, entre ellos a Diego Rivera, quien le dio a “La Catrina” el nombre y la forma con que hoy la conocemos. Fue él quien la pintó por primera vez vestida dentro de su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

La palabra “catrín” definía a un hombre elegante y bien vestido, el cual iba acompañado de alguna dama con las mismas características; este estilo fue una imagen clásica de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios del XX. Es por ello que, al darle una vestimenta de ese tipo, Diego Rivera convirtió a la “La Calavera Garbancera” en “La Catrina”.

 

 

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